viernes, 8 de mayo de 2020

Alessio Brandolini comenta mi libro "En concreto (Xilitla)" y traduce unos poemas.


C’è un luogo magico e misterioso in Messico, vicino a San Luis de Potosí, località Xilitla, si chiama Las Posaz ed è un giardino artistico, scultoreo creato nel corso di molti decenni dall’inglese Edward James (1907 – 1984), arrivato in questi luoghi nel 1944 per concretizzare un sogno: la costruzione di un giardino dell’Eden, fondendo arte e natura, esaltando l’immaginazione e mettendo in pratica i principi surrealisti. 
Sono 36 le  sculture di cemento de Las Pozas (ora monumento nazionale) e il meraviglioso giardino fa venire alla mente il parco dei mostri di Bomarzo, ideato dall’architetto Pirro Ligorio e inaugurato nel 1547 su commissione del principe Vicino Orsini. Gli intenti sono diversi ma anche qui il mondo onirico si trasforma in strani e suggestivi palazzi, portali, colonne, case, ovvero in qualcosa di concreto, che poi è il titolo della raccolta poetica del messicano Sergio Briceño González (Colima, 1970), con il sottotitolo di Xitilia, pubblicata nel 2018, recuperando suggestioni vissute durante un soggiorno di alcuni mesi a Las Pozas nel 2012. Libro diviso in cinque parti che sono sentieri poetici e reali in cui l’autore narra in poesia di questo incontro con un luogo così suggestivo, dove piante e alberi si trasformano in cemento e viceversa, tra scaloni, statue, centauri, ninfe, unicorni, maschere, porticati e fiumi che contano i minuti del silenzio. Un luogo di saggezza dove le parole sono portate e poi erose dal vento e i poggi ridono. 

https://drive.google.com/uc?export=view&id=1zeXtQtI619TlMvksNuQ4AsAAcn_7Quzj


Si procede in un mare di rocce e lo sguardo viene travolto da un’onda improvvisa di bellezza. Un stimolo (e un elogio) alla fantasticheria, a una liberazione interna che lascia intravedere un altro mondo, altre esistenze, persino la delicata ed effimera scrittura elaborata dagli insetti ronzando nell’aria. Da qui nasce una realtà di tipo nuovo (“concreta”) che fonde il cemento al sogno, l’arte alla poesia, la visione surrealista al preciso e stupendo progetto architettonico. Un arte che si fa rifugio, cittadella, luogo dove stare come in una culla (o un eden) e dal quale poi partire in ogni direzione con la fantasia rigenerata, un luogo dove  rimodellare il principio di realtà sul principio di piacere.
L’autore rende tutto più fluido di queste parole e scolpisce i suoi versi (misurati e precisi) nella roccia, ovvero li inserisce sapientemente nel contesto artistico de Las Pozas, di cui si appropria per poi restituircelo in poesia con le sue impressioni, idee, visioni, in un flusso potente e sinuoso, fatto di nessi e accostamenti imprevisti o bizzarri che stimolano e colorano i sensi, li affinano. I sogni del poeta si fondono al  sogno “concreto” di Edward James.

Qui regna una pace strana, piena di luce, odori e abbaglianti riflessi. Una pace che allontana gli abissi e  avvicina a esistenze anteriori, lontane, invisibili. Si cammina tra questi versi e in questi luoghi magici e si è felici, qui dove il bosco conosce ogni esatta modulazione delle nostre voci interiori. Si diventa pietra, polvere, Tutto e Nulla.  

Qui sotto tre poesie da
𝗘𝗡 𝗖𝗢𝗡𝗖𝗥𝗘𝗧𝗢 (𝗫𝗜𝗟𝗜𝗧𝗟𝗔) 𝗱𝗶 𝗦𝗲𝗿𝗴𝗶𝗼 𝗕𝗿𝗶𝗰𝗲𝗻̃𝗼 𝗚𝗼𝗻𝘇𝗮𝗹𝗲𝘇 
(2018, Ediciones Sin Nombre, México)

*
Prima era spuma questa montagna 
che conosce il mio nome 

E sento l’eco della sua voce 
della voce della pietra 

Dalla voce di quella voce di pietra 

Che ripete 
Che ripete il mio nome 

E so che quel nome si chiama silenzio 
è il mio modo di stare 
di essere 

È la mia forma di pietra nel silenzio 

È la forma stessa 
                                del silenzio

*
Questa cittadella esiste per essere abitata da esseri invisibili 
Non ci sono punti cardinali 
La bussola segna il nord 
in tutte le direzioni e nessuna 

Il tuo respiro è l’unico modo sicuro per orientarsi

*
Tracciano persino schemi 
e qualche forma primitiva di scrittura  

nel loro volo 
gli insetti



miércoles, 1 de abril de 2020

PALABRAS DE HILARIO GALGUERA SOBRE MI LIBRO "EN CONCRETO (XILITLA)"


(Este texto fue leído por su autor, Hilario Galguera, director de la Galería del mismo nombre, durante la presentación de "En concreto (Xilitla)", publicado por Ediciones sin Nombre en 2019, en las instalaciones de la Casa Refugio Citlaltépetl, en la Ciudad de México).


Desde que me invitó Sergio Briceño a presentar su poemario "En concreto", especie de diario o testimonio, de su experiencia en Xilitla, no he podido dilucidar una sola razón para justificar la invitación. No soy un hombre de letras, mucho menos un poeta. Siempre he criticado a los ignorantes que se atreven a hablar de lo que no saben, por lo tanto ni siquiera pasa por mi mente el atreverme a elaborar frente a ustedes el más mínimo planteamiento de análisis poético o literario de este pequeño pero contundente y exquisito libro y mucho menos compartiendo una mesa con tres poetas. Soy arquitecto, y aún así, soy incapaz de hacer una relatoría o una traducción de la experiencia espacial de las construcciones levantadas en medio de la vegetación por Edward James por la sencilla razón de que nunca he estado en Xilitla. También me doy cuenta que no faltaría alguien mejor que yo que quisiera hacer algún comentario a los versos, a lo que significan, a la experiencia y la fascinación frente al mundo vegetal, al de los sueños, o frente a el concreto convertido en el jardín del edén, o el paraíso vuelto concreto. No soy literato, no soy poeta, no soy científico, sí vivo entre libros, soy arquitecto, no me dedico a la arquitectura, tengo una galería de arte, no tengo obras surrealistas, a veces me doy cuenta cuando el acto poético se hace presente en un texto, en una pintura, en un edificio, no conozco Xilitla, no sé de botánica, ni siquiera tengo un jardín aunque haya sido uno de mis sueños, sólo algunas macetas que ni siquiera sé cuidar.



Al no encontrar razón suficiente, caí en la cuenta que tal vez me tendió una trampa enmarcada en el mismo espíritu surrealista de la construcción del jardín de este singular dandi inglés. Todo muy surrealista, por esta sin razón trataré de hacer algunos comentarios a partir de la idea fundacional de Bretón, como un pensamiento, "... un pensamiento dictado con la ausencia de cualquier control ejercido por la razón, exento de cualquier preocupación estética o moral".


Así es que pido su indulgencia por las divagaciones y el desorden. 

Me acordé de lo que le decía o más bien gritaba, el maestro Frenhofer al otro personaje, Porbús, en aquélla creación de Balzac, también, curiosamente, llamada "La obra maestra desconocida": 

¡La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla!. ¡No eres un vil copista sino un
poeta!... Hemos de captar el espíritu, el alma, la fisonomía de las cosas y de los seres . ¡Los efectos! ¡Los efectos... Ni el pintor, ni el poeta, ni el escultor deben separar el efecto de la causa, que están, invenciblemente, el uno en el otro.

Así es como empecé a justificar mi presencia en esta mesa.

Platicar con ustedes acerca de el acto poético como un misterio, como resultado de la expresión última de la naturaleza, del espíritu humano, como componente indispensable de aquello que nos llena de asombro y estupor y nos derrumba en el mundo de la especulación, de los sueños y esperanzas, de la admiración de la belleza por terrible que esta pueda ser, para acrecentar o acentuar el conocimiento del mundo. Esa altísima experiencia que es el arte.

Ahí es donde irracionalmente, al menos para mí, empiezan a aparecer las conexiones entre la selva de concreto, la selva vegetal, la selva poética de Sergio y la visión enloquecida de un mecenas trastornado por un destello poético, que lo llevó a un intento de reproducir el paraíso verdaderamente
terrenal.

Empiezo a darme cuenta que Xilitla sí ha estado en mis sueños. Mi hija Lucía Olvido, hace no muchos años, me hizo no una descripción ordenada de todos los elementos, los edificios, la vegetación, el cielo, la temperatura, los sonidos, el canto de los pájaros y el ruido de los insectos, el silencio, el silencio de las mariposas, el agua, el vacío, sino más bien una crónica, hermosísima por cierto, de su experiencia en ese maravilloso edén. Su relato estaba cargado del mismo deslumbramiento que experimentó aquél día que entró por primera vez al Museo del Prado en Madrid, y parada aún en el vestíbulo, sin haber visto una sola pintura, un solo milagro, ví como se le saltaban las lágrimas. Así me platicó del jardín de Edward James y desde ese día, he soñado intermitentemente con Xilitla. 

Ya les había dicho que sólo he logrado tener algunas macetas. Y ese sueño lo he ido expandiendo, las más de las veces despierto para reafirmar su condición de sueño imposible, como un lugar edénico donde sí, existe la voluntad formal de una escalera, de un vestíbulo, de una estancia, de una sala para
amar o para morir, de una estructura que nos conecta con la tierra, pero que no delimita el horizonte, paredes hechas de espacio vegetal, ventanas y techos a los que sólo limita el espacio del universo, la arquitectura cuyo único límite es la forma que toman los sueños.

De pronto, despierto con una advertencia:

No confíes en las plantas. De
un momento a otro se volverán cemento.

No me importa. Mi proyecto puede ser todo de concreto, es un sueño al fin y al cabo. Y regreso al deseo de habitar un lugar perfecto y fácil para mí. He caído muchas veces, en banquetas, escaleras, pasillos, en los caminos a veces desiertos, a veces magníficos de mi vida. Ahora, también gracias a Sergio, prefiero este voladero:

Es relativamente fácil despeñarse
Caer
Pisar en falso e irse al voladero
Aquí
como en tu propia vida.

El acto poético está tomando forma. Estoy a punto de entender el porqué de las conexiones que mencionaba. Me doy cuenta, mientras leo, porque del fondo de mi memoria evoco la figura de Kounellis, quizás, el último gran poeta trabajando en las artes visuales, Jannis Kounellis. Un poeta homérico, quien en plena madurez de la odisea que fue su vida, me pidió que lo acompañara en distintos proyectos para ver si juntos podíamos atestiguar el regreso de la poesía. El fue el primero que me hizo notar su ausencia. Porque no siempre se revela. Permanece alejada del lugar común, de la vulgaridad y la ignorancia, tan comunes y cercanas a nosotros en estos tiempos. Pero me enseñó a por lo menos sentir la presencia de la poesía. Estando con él, yo era un privilegiado, porque la traía de regreso casi todos los días, casi todo el tiempo. En 1987 escribió algo que para mí es una
especie de instructivo secreto:

Nunca he matado, sin embargo estoy dispuesto a hacerlo si pisotean mis
derechos a la libertad
Nunca he tomado prestados fragmentos lingüísticos, salvo por necesidad
He deseado sólo cosas bellísimas
He medido la distancia desde el objetivo
He visto lo sagrado en los objetos de uso común
He creído en el peso como medida justa
He amado las frases que sugieren la virginidad como estado supremo
He recorrido senderos difíciles en lo profundo del bosque, hacia la
montaña
El plomo, los cabellos, las nubes, la Osa Menor que indica el Norte, el
viento.
No se vivir afuera del laberinto del lenguaje
Amo el olivo, la vid y el trigo.
Deseo el regreso de la poesía con todos los medios:
del ejercicio, de la observación, de la soledad, de la imagen, de la
subversión.

Esta especie de canto libertario, me llevó a seguir conectando el libro, con el lugar que no conozco, con las quimeras, con la poesía, con los ideales, todo como un ejercicio de libertad, a través de la observación, de la imagen, de la soledad. ¿En qué momento me enteré de que en toda esta pequeña intromisión en el laberinto del lenguaje, de mis anhelos, de la crónica de mi hija, del poemario de Sergio, de la Xilitla conquistada por Sergio, el acto poético estaba haciendo su aparición? No lo sé. Pero sí me di cuenta que un sentimiento o emoción recurrente desde los días en que estaba trabajando con Kounellis, reaparecía de pronto en mí. Me acercaba de nuevo a la comprensión del misterio del arte. Esto ya lo había platicado en otras ocasiones. En aquél entonces, me daba cuenta de que efectivamente estaba yo al lado de un héroe antiguo, y de que a causa de mis limitaciones, me iba a ser imposible descifrar a cabalidad el misterio del arte en el tiempo que me resta de vida, pero que compartiendo con él su propia experiencia sí podría acercarme al menos a una comprensión, acotada en principio por las emociones. Como casi todos los poetas, tenía en mente el deseo de hacerse escuchar por el otro, hacerlo partícipe de su propia experiencia estética, abriendo una gama de posibilidades interpretativas en la densidad de su obra. Por esta preocupación dialéctica de Kounellis, y porque tal vez sirva para tratar de explicar los motivos que me llevan a esta reflexión, quiero citar aquí un fragmento de "La muerte de Virgilio de Hermann Broch":

...llenando de luz la noche, llenando de luz el mundo, la belleza colmaba
todos los límites del espacio sin límites, y hundida con éste en el tiempo,
llevada a través de los tiempos, se convertía en su eterno ahora, se
convertía en la limitación sin límites del tiempo, se convertía en símbolo de
la totalidad de lo terrenal limitado por el espacio y el tiempo, revelando el
duelo de la limitación...y por eso mismo belleza en el más acá;

así en la activa tristeza, así se le revela al hombre la belleza, se le revela
cerrada en sí misma, en el símbolo y el equilibrio, flotando hechicera en el
lado de enfrente del yo que contempla la belleza y del mundo colmado de
ella,

cada uno de ambos en su espacio, cada uno de ambos limitado a sí
mismo,

cada uno encerrado en sí mismo en su propio equilibrio y por eso mismo
ambos

en equilibrio recíproco, por eso mismo en un espacio común;

así se le revela al hombre cómo está cerrada en sí la bella
terrenalidad, cómo está cerrado en sí el espacio sustentado por el tiempo,
petrificado en el tiempo, extendido flotante, mágicamente bello, que ya no
se renueva en pregunta alguna, ni se ensancha ya en ningún
conocimiento,

constante totalidad del espacio irrenovable e inensanchable, sostenida por
el equilibrio

de la belleza que actúa en él…

Y vuelvo a formular la misma pregunta que me hago desde entonces: ¿porqué una sucesión de eventos extraordinarios, fortuitos me enlazan con todas estas experiencias, con este misterio? ¿Con algún propósito, quizá buscando una forma de conocimiento?, ¿una forma de redención?

No tengo respuesta.

Sin embargo, una tarde, paseando y platicando con mi hijo Hilario Jacinto que es Físico, me acercó a una solución. Hablábamos del milagro que pintó Velázquez en el pañuelo que sostiene la Reina Mariana. En qué momento la pintura de un pañuelo se convierte en un milagro y deja de representar un simple pañuelo. Creemos que Velázquez trataba de entender, de reproducir o al menos acercarse a un orden, al orden supremo de lo fortuito, de esa suma de accidentes que configuran el equilibrio que mantiene al universo, aunque un poco inestablemente por estar en constante transformación y movimiento.

Como todos los artistas, Velázquez quería imitar esa geometría producto de lo fortuito. La geometría de las montañas, de los cuerpos celestes, del paisaje, pero también de las ideas, del pensamiento abstracto. Como Goya y más tarde Pollock, Kounellis…hoy agrego a Homero, a Dante, a Sor Juana, a Goethe, a Dickinson, a Elliot, a Gorostiza...

¿En qué momento se crea algo que de repente deja de ser una imitación de esa geometría fractal y sagrada, se transfigura y da paso al horror de la belleza y a la verdad, descubriendo una nueva forma de conocimiento y posiblemente llevándonos a una realidad alterna, milagrosamente ? ¿En qué momento se revela el acto poético? ¿En qué momento, como decía Balzac a través de Frenhofer, se capta el espíritu, el alma, la fisonomía de las cosas y de los seres. ¡Los efectos! ¡Los efectos..! No tuvimos respuesta. No hay respuesta. Se hubiera solucionado el problema de la estética, el misterio del arte. Por lo menos pude formular la pregunta, tal vez como una señal en el camino de la redención.

Leyendo los versos de Sergio, recapitulo el viaje que inicié hace muchos años para encontrar esa respuesta cuya pregunta nunca había podido proponer. Recuerdo mis encuentros con la poesía, con el arte, con los poetas, con los artistas, y recuerdo como supe que esos encuentros inesperados y extraordinarios iban a modificar el rumbo de mi vida y las de otros muchos también. Recuerdo cómo empecé a ver todas estas acciones como una especie de advertencia, igual que en el poema de Sergio. Casualmente, además, esa noche llena de premoniciones, y por si fuera poco, me topé en mi biblioteca con un libro que tenía perdido en el desorden. La traducción de las poesías completas de Constantino Cavafis que hizo mi difunto amigo Cayetano Cantú. Abrí una página al azar y para mi sorpresa, apareció esta especie de admonición en forma de poema:

Dijiste:
“Iré a otro país, veré otras playas;
buscaré una ciudad mejor que ésta.
Todos mis esfuerzos son fracasos
y mi corazón, como muerto, está enterrado.
¿Por cuánto tiempo más estaré contemplando estos despojos?
Adonde vuelvo la mirada
veo sólo las negras ruinas de mi vida,
aquí, donde tantos años pasé, destruí y perdí”.
No encontrarás otro país ni otras playas,
llevarás por doquier y a cuestas tu ciudad;
caminarás las mismas calles,
envejecerás en los mismos suburbios,
encanecerás en las mismas casas.
Siempre llegarás a esta ciudad;
no esperes otra,
no hay barco ni camino para ti.
Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra,
la has destrozado en todo el universo.

Entendí como es que mis macetas se convierten en un jardín soñado y por lo tanto imposible, utópico, porqué en Xilitla, la que ambiciono, la que busco como en otro país, en otras playas, como las que veía Rimbaud, playas sin fin cubiertas de blancas naciones alegres... es relativamente fácil despeñarse, caer, pisar en falso e irse al voladero como en mi propia vida, arruinándola poco a poco.

Entendí también, que el sueño del jardín, que no tengo, es el último refugio al que tengo derecho después de haber destruido todos los demás. Es mi último deseo. Pienso ahora, otra vez, en esta casa refugio de poetas, en el libro verde como la selva. En lo que dice en una de sus hojas:

No confíes en las plantas. De
Un momento a otro se volverán cemento.

Pienso en este hermoso libro, al tiempo que pienso celebrar el hecho de que estamos vivos. Para seguir buscando, aún sin encontrarlo, un mejor futuro, por la libertad y la belleza. En qué momento, como el pañuelo de la Reina Mariana, Xilitla dejó de ser un paisaje habitable de concreto para convertirse en un sueño, en un milagro, en qué momento el libro de Sergio dejó de ser un simple libro…

¿Estamos ante un acto poético, y seguimos buscando un libro?... Espero que no.

¿Viajaré algún día a Xilitla?... creo que no. No quiero demoler mi último refugio. Prefiero seguir habitando ese desconcertante y fascinante laberinto que es el mundo de la poesía y de los sueños.





domingo, 29 de marzo de 2020

Bernardo Ruiz: "Fuerza y seducción" en Sergio Briceño

Durante la presentación de mi libro "Todos somo esto" en la FIL Minería 2020









Noviembre, de Sergio Briceño

Se aproxima noviembre

con sus manos rugosas



Confina a las ancianas

en bodegas y baños



Crispa la piel



Se mete entre las sábanas

buscando congelar





Veo su cabeza pálida

más allá del tejado



Induce a la fricción

o al desamparo




Desciende vaporoso

en las casuchas

y cimbra las ventanas



Se estrechan las horas en noviembre



Se fecunda a las hembras



Se acumulan vituallas



Se bebe más



Por estas fechas

las noches sobre un témpano



Se corrigen 

las vestiduras

femeninas

y el mar se vuelve cálido


En el agua hay pereza

focos de calor en los regazos



El aire se hace denso

y parece quebrarse



Los árboles se enroscan



Busca la cobija

de un aliento amoroso



Coloca más cortinas



Por este mes

se conoce la muerte

su primera señal



Cesa el cariño

aumenta la pasión



Festones invisibles

ocultan las auroras



Cala pensar



Los insectos se adentran

en la tierra

y un polvo helado anida en la nariz



Los gatos buscan mimbre



Los muchachos más carne



Brota de los sepulcros

un aroma de incienso

y la manada humana

se pierde en madrigueras



Noviembre brilla en las pirámides



Empaña los cristales


Zurce el telón oscuro

de la Melancolía.









viernes, 1 de noviembre de 2019

DANTE MEDINA SOBRE MI LIBRO "TODOS SOMOS ESTO"

https://drive.google.com/uc?export=view&id=1DoQKG73PWACKxa4inU9XaW5jVjsuCaVG
(Foto de Juan Carlos Recinos)

INDISCRECIONES EN LA POESÍA
TODOS SOMOS ESTO

Dante Medina


Voy a confesar que la Puertabierta Editores me pidió mi opinión de este libro antes de publicarlo. Me extrañó porque no suelen pedir dictámenes de publicación, sino que publican lo que les da la gana, y porque, además no pagan nada por la dictaminación.
Acepté por amistad (era lo que había), y porque me gusta leer poemas y descubrir lo que de la vida, escondiéndolo aparentemente, revelan. Es, la poesía una iluminación maravillosa en la oscura realidad.
Seguí pensando. ¿Por qué, contra su costumbre, me pedían un dictamen? Quizás se tratara, me dije, de un libro mediocre, y necesiten escudarse en una voz autorizada para rechazarlo, escabullirse, y echarme la culpa a mí y quedar ellos como buenos.
Dije “ellos” pero no he dicho quiénes son ellos, los que, según yo, me querían utilizar de escudo humano. Lo aclaro por auto-protección: ellos son y se llaman Miguel Uribe y Salvador Silva, asiéntese y quede constancia. Porque, como todos ustedes saben, un poeta despreciado es sumamente peligroso. En la literatura mexicana, tenemos los que se suicidan por la amada esquiva, los que intentan asesinar al crítico adverso, los que amenazan con incendiar la editorial con los editores dentro... Y pronto habrá, estoy seguro según va la moda, quiénes le secuestren al editor a la mujer, quienes le echen un camión tortón doble cabina, doble rodada, doble semi-remolque a una multitud de no lectores que ignoran su poesía.
En ese dilema me encontraba cuando abrí el libro, que, por su título, parecía involucrarme en lugar de excluirme: Todos somos esto. ¿Qué sería lo que éramos?, me pregunté. Nomás leer la dedicatoria, aficionado como soy a las etimologías y la historia, Mariana y Claudio. Recapitulemos: Mariana es un compuesto de María, la madre de Jesucristo, y Ana, que significa en hebreo “La benéfica”, y es Marianne, el símbolo de la rebelión y la insurrección francesa, el icono de la República; mientras que Claudio tiene antecedentes en Tiberio Claudio César Augusto Germánico, emperador de Roma del 41 al 54 d.C., y doce Claudios han sido mártires de la Iglesia Cristiana. ¡Menudos nombres! Se pinta peligroso el camino, más vale que vaya con prudencia, me dije. Y para escandalizarme más (y asustarme), el autor del libro se llama Sergio, Sergio Briceño González. Sergio es, ni más ni menos, un nombre equivalente a Virgilio, el mayo poeta de la Antigüedad latina, el guía de Dante por el Infierno en La Divina Comedia de Alighieri. ¡Vaya pelotón al que me enfrentaba! Deseé, fervientemente, que me gustara el libro, para no verme obligado, por seguridad propia, a mentir.
Leí el libro de un tirón. Me encantó, ¡y juro que no estoy mintiendo! Comprendí que Miguel Uribe y Salvador Silva, se estaban burlando de mí. Y me acordé de la media sonrisita que se cargan los dos, que quiere decir algo así como “cuando tú vas yo ya vuelvo”. Yo creí que esperaban mi rechazo, y en realidad lo que quería era presumirme. Me mandaron el libro para que confirmara que ellos tienen buen gusto y son expertos catadores de poesía. Reconozco que estoy como el “cornudo, apaleado, y contento” de una de las narraciones del Decamerón de Boccaccio. Heme aquí, engañado y contento.
Y estoy aquí para convencerlos a ustedes de que Todos somos esto es un gran libro de poesía.
Ya desde el primer poema, el poeta me dice, virgilianamente, por dónde ir, cuál es el difícil camino de la vida, qué peligros me aguardan, la soledad en la tenemos que afrontar nuestro destino, la travesía hacia el más allá, el franqueo del paso, y el esfuerzo que significa vivir. Oigan ustedes:
Citar: No atraviesa el río...
Esto fue una prueba en bloque. Ahora cito una andanada de versos afortunados, que retumban en poemas también afortunados, y que el lector descubrirá por sí mismo en este libro que pretende descubrirnos, cómo somos todos. Como habrán oído, hay aquí, en esta poesía, gran originalidad temática. Aborda asuntos aparentemente poco poéticos, algo que a mí me encanta.
Son, como pueden ustedes ver, postales de la realidad no en la que estamos sino en la que somos, todos.
Casi concluyo, hablando de cómo fue que llegué a este libro.
Ahora sé por qué el par de dos de Puertabierta, también dobleintencionadamente me mandaron a leer el libro y opinar sobre él: ¡lo que querían es que lo presentara cuando se editase!, lo que, ya ven, estoy haciendo hoy con gusto, habiendo primero padecido angustia. Después de tanto peligro, contento de salvar mi integridad, y preservar la tranquilidad de Miguel y Chava, que, acá entre nos, y ahora que no nos oyen, ¡que el diablo se los lleve!, por andarme engañando con fintas.
Ah, y para terminar, otra nota virgiliana, es decir, sérgica, etimológica e histórica, bastante erudita y muy lexicográfica. Sé que ustedes no conocerán esta palabra, muy extraña y sonora: Adelfopoiesis. Los mártires y santos que patrocinan esta palabra se llaman Sergio y Baco, dos soldados romanos del siglo IV que, a imitación del David y Jonatán de la Biblia, “le amaba como a sí mismo” (1Sa.20.17). Sergio y Baco se convierten al cristianismo, son santamente casados por la religión católica, y se convierten en símbolo del matrimonio homosexual.
Este Sergio medieval no tiene nada que ver, lo dejo claro, con Sergio Briceño González, pero la búsqueda de nombres me llevó a estos recuerdos, y para probar que la poesía, la buena poesía, la gran poesía, por diversos caminos nos lleva al conocimiento de nuestra cultura, de nuestro pasado, por insospechados caminos.
Agradezco a nuestro Sergio, a Sergio Briceño González, que me diera la oportunidad de leer su poesía, de conducirme a reflexiones; y a todos ustedes, gracias por haber escuchado mi testimonio entusiasta de lector de este libro, Todos somos esto.